Hoy quería contaros una buena
noticia… ¡ya tengo trabajo! Tras meses de buscar infructuosamente un trabajo de
periodista y comprobar que en España hay un ERE por medio de comunicación y
semana y que si eres joven, o eres Sara Carbonero o lo tienes muy difícil,
ahora soy CAMARERO.
Lo escribo en mayúsculas, porque
creo que este va a ser mi curro-bote-salvavidas durante bastante tiempo, y
porque es un oficio como cualquier otro, así que a sacar pecho.
Debo decir que ahora empiezo a
manejarme un poco, pero he alucinado mucho con todo esto de llevar bandeja,
subir platos de tres en tres y estar atento a las mesas y a las comandas. En mi
restaurante hay mucho trabajo, y por momentos me he sentido un poco como Rachel
de Friends. (Confundiéndome de cafés y algo lerdo, para ser claro).
Durante la carrera ya había
currado de varias cosas para mantenerme, entre ellas de barman en discotecas,
pero aquí la tarea (y la presión) es distinta. También debo decir que mi grado
de lucidez en una barra siempre andaba algo remezclada, pero sobre cómo poner
copas y cobrar con un índice de alcoholemia bastante superior al recomendado merecería
otro post.
Así que amigos ahora soy
camarero, y en mis ratos libres intento hacer alguna cosita de periodismo o
fotografía. Fue curioso el otro día inaugurando la expo de fotos sobre Ecuador
en una asociación en Barcelona. Me sentí como que dejaba un poco de lado aquello
por lo que me formé. Pero para ser sinceros, después de estar meses y meses
tirando de contactos, conociendo nueva gente y no logrando un trabajo… uno ya
se cansa. Y con los ahorros bajo mínimos se tiene que ir a lo práctico.
Eso sí, creo que es muy ejemplar
comprobar que si como periodista no encontré nada en seis meses, en menos de
diez días ya estaba trabajando de otra cosa. Esto es un R.I.P en toda regla
para la profesión.
Bueno, voy a seguir con mis
prácticas en hostelería, que os juro que a ratos me siento como en un programa
de reinserción tipo “Apadrina un periodista”… ¡y me tengo que poner las pilas!