viernes, 3 de agosto de 2012

“Sobreviviré”, o funcionarios tremendistas

Está claro que la crisis no afecta a todos por igual.

El otro día hablaba con una querida familiar, que trabaja de funcionaria como administrativa desde hace más de treinta años, y tiene todos los lujitos del buen funcionario de antaño; trienios, quinquenios, vacaciones, pagas extras y días de uso personal.
Ella, ni corta ni perezosa, se quejaba de los recortes de su sueldo (que ya son más del 5%), del fin de la paga de Navidad y de la situación actual de la administración pública. No le voy a quitar la razón, tiene que ser una putada que te recorten 100 o 200 euros por mes, te quiten una paga así por así y veas como a compañeros tuyos que no opositaron no les renuevan sus contratos laborales.
Tiene que ser también jodido que, por ser funcionario, parte de la sociedad te tache de vago desde tiempo inmemoriales (debo decir que en el caso de mi querida funcionaria, no es así). Y debe dar más rabia aún que tu colectivo, el funcionariado, pague por los excesos de una panda de politicuchos sin sentido común ni criterio.
Pero bien, hasta aquí puedo entender.
Lo que me molestó, de ella, y de alguna que otra gente en situaciones similares, es su alarmismo, su exageración.
Ellos tienen trabajo, lo tienen asegurado y superan el mileurismo ampliamente. Pero sueltan máximas del tipo “a partir de ahora tocará sobrevivir”, “apretar el cinturón”, “hacer lo que se pueda”….
Me repatean consignas cuando salen de la boca equivocada. Con el más de millón y medio de familias con todos los miembros en paro y gente cobrando el salario mínimo interprofesional, frases así son bastante desafortunadas.
Yo mismo, como tantos otros estudiantes, becarios y demás licenciados…. Pasamos con menos de mil euros al mes. Y esto si tenemos la suerte de trabajar. Y vamos que nos vamos. No nos queda otra.
Hemos aprendido a comprar barato, beber de lata, sentarnos en bancos y compartir pisos pequeñitos con dos, tres y cuatro personas. A cerrar el grifo y en invierno, si no hace mucho frío, apañártelas con mantas.
Mi querida familiar me dijo “Sin la paga, querido, estas Navidades ni un regalo voy a poder dar. Haremos la Navidad como antes, todos sentados comiendo juntos y poco más.”
Tanto victimismo me hizo reventar (y estallar de risa), y le conté como durante años he vivido, y de hecho vivo, con 600 euros al mes. Lo demás, si lo hay, lo ahorro para cuando vengan las vacas aún más flacas.
Mi querida funcionaria se quejó un poquito, dijo que no la entendía.
La comprendo más que nunca, la sensación de cabreo, inseguridad, de que nada es estable, de que se ríen en tu cara.
“Te entiendo – le dije en tono grave - Pero a mí, nadie me quita las Navidades”.

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