jueves, 22 de marzo de 2012

El tiempo es MÍO


Estar sin nada tampoco está tan mal. En mi caso, es curioso como de tener un trabajo más o menos estable, que de haber durado más me hubiese hecho plantear cosas que aportaran cierta estabilidad, ahora parece que estoy regresando a los orígenes.
Siempre fui un poco punky. El típico chavalín que no sabe muy bien donde terminará, pero que se las ha ido apañando. Y que le da lo mismo estar en España que en Londres o Honolulu, siempre y cuando tenga un cama donde dormir, algo que comer, y no se sienta solo.
A ver, ni soy tan molón, ni esto es tan utópico. Pero lo que sí es cierto que estar en paro te da tiempo que pensar. Muchas horas en las que planear cual va a ser TÚ siguiente jugada. Tomar el aire… y meditar a tope. De momento he hecho y deshecho unos cuantos planes futuros, pero sé que con empeño, tenacidad y ganas, alguna cosa saldrá.
Ayer quedé con una colega, que se siente estancada en un curro que no la llena, pero que la mantiene lo suficientemente bien. Y no sabe qué hacer, si dejarlo o quedarse. Dice que no tiene tiempo para nada.
Y yo me sentí un poco privilegiado. Tengo tiempo para todo, para aprender nuevos idiomas, intentar trazar un camino, hacer deporte, ver a colegas y hacer de nuevos… y sentirme bien.
Sé que mi parón no puede durar mucho. Pero la verdad es que hoy el mundo es para mí un mar de posibilidades. Y el tiempo, algo sin duda más preciado que el oro, es solo MÍO.

viernes, 16 de marzo de 2012

Trabajar de ‘lo mío’


Llevo ya casi casi tres meses en España. Y la verdad, el parón ya empieza a molestar… Vale, tengo algunos proyectos, pero nada me da dinero, más bien es por amor al arte.

Todo lo que he conseguido en estos tres meses es hacer una prueba para otra beca del mismo banco que me pagaba la primera. Otro año en otro medio, y no me cogieron. Pero la verdad, me preocupó más bien poquito. Sencillamente no me apetecía. “Ya me va tocando cotizar”, pensé cuando me dieron el No.

Pero mis humildes ahorritos se van secando, y llega esa pregunta que no debería haber llegado nunca. “¿Busco curro de cualquier otra cosa?”, “¿Me apetece volver a poner copas o vender cosas que nunca te comprarías por teléfono?”. (Lo que hice mientras estudiaba para pagarme el alquiler).

La verdad es que da mucha pereza, pero si toca, toca. La cuestión es que abandonar la esperanza de trabajar de “lo mío” (entiéndase este pronombre posesivo como “aquello por lo que estudié, me formé, y tengo vocación”) es algo triste. Y no nos engañemos, con la competencia, hoy día trabajar de “lo tuyo”, también está difícil.

Pero nada, tocará retocar el currículum, desechar ese PDF que me hice con fotos y textos de mi cosecha (en plan soy muy molón, original y debéis contratarme) por el Currículum en Word de toda la vida, con foto pegadita con cola de barra.

Como aún no he terminado la carrera, me pondré de eterno estudiante, y… ¡que tiemble el sector servicios de Barcelona!